jueves, 3 de septiembre de 2009

Vida después del descenso

Parece que todo terminó cuando se descendió de la División de Honor, pero no, hay vida después de la muerte. Yo no tengo más de cincuenta años, pero a mis veintisiete, dicen que aparento menos, tengo miles de recuerdos y creo que también son parte de una sección y de un club, que son parte importante en quien soy. Cuando empecé a ver los partidos del primer equipo del Grupo aún no había aprendido a andar, y puedo presumir de, teniendo la posibilidad de ir, de no haberme perdido, que yo recuerde, apenas ningún partido del primer equipo de mi club. Corría la temporada 1983/1984. Mi tío Manolo se reincorporaba al equipo tras un año en el servicio militar en Zaragoza. Y durante las siguientes siete temporadas, la rutina de domingo sí, domingo no, era coger con mi tía el Microbús número 4, que nos dejaba en la Plaza de Toros del Bibio, e ir caminando hasta el Grupo, aunque algunos días nos llevaba un amigo en su Seat Panda. Enseñábamos en portería nuestras entradas de LAGISA para poder acceder al club, y una vez dentro tengo infinidad de recuerdos de aquellos años que sería incapaz, debido a mi corta edad, de ubicar en el tiempo. Recuerdo a Roncero en la banda, y sabría decir la gran mayoría de jugadores que pasaron aquellos años por la pista, vestidos de blanco grupista. Carlos Cepedal tocando con el bombo el somos lagisa, somos la leche que todos secundábamos, o todos gritando portero que no te enteras, nada más meter gol, que muchos otrora porteros de los rivales grupistas, me recuerdan cuando nos conocemos en campos de España. Recuerdo ver en el servicio médico del club, como le cosían una brecha en el párpado a Manolo. O mi gran función, repartir las camisetas llegadas de la lavandería. Me sabía de memoria nombre y número casi casi antes de saber hablar. Recuerdo las sobre todo victorias de aquellos años, los derbis, los marcadores que rara vez llegaban a los veintidós goles, los silbidos en los partidazos contra el Bejarano, contra el Lalín, contra el Canal… Fases de ascenso, partidos importantes.
Después llegó el descenso. Manolo pasó a entrenar y yo empecé a jugar en los equipos de base del club. Con él, seguí yendo cada fin de semana con el equipo de Segunda División, grababa, hacía las planillas, ayudaba en lo que podía, y seguía fin de semana, tras fin de semana, viendo al primer equipo del club, si bien, en categoría regional. La gente dejó de poblar las gradas del Braulio García, y en los partidos de casa, solíamos estar los pequeños del club con pancartas, nuestro bombo y nuestras voces gritando al equipo. Seguí yendo cada partido, fuera y en casa durante aquellos años, de la mano de mi tío. En aquellos años se logró aquel cuarto puesto en el Campeonato de España Junior, ganado por el Valladolid de Pisonero, eliminando al Barça de O`Callagan, y al Atlético de Madrid, de Jota Hombrados, y recuerdo una fase de ascenso a Primera División frente al Juventud Alcalá, con Demetrio, con Juanpe Jimenez, con Juan López Mejías… hasta que seis años después de bajar, se logró el ascenso a la Primera División de nuevo. Una fase de ascenso en la que se quedó tercero, pero que una ampliación de la categoría permitió el hecho.
En la temporada del retorno, manteniendo el bloque asturiano y grupista, y entrenados aún por Manolo, se logró un sexto puesto. La temporada siguiente, el equipo fue entrenado por Alfredo, incorporándose Mijatovic, el primer extranjero de la historia, la posterior por Viti, incorporándome yo a los entrenamientos de la primera plantilla siendo aún juvenil, y debutando con ella. Igualando la edad con la que mi tío Manolo llegó a la primera plantilla del club. Y un último año en Primera División entrenados ya por Chechu Villaldea. Estos años, el equipo sufrió pero consiguió el objetivo de mantenerse. El Deportivo Gijón, desaparecía y las gestiones administrativas pusieron al grupo de nuevo, más de una década después en la categoría de plata del balonmano nacional.
La primera temporada en la División de Honor B hubo incorporaciones de altura, Víctor Álvarez, canterano grupista que acababa de ganar la Asobal con el Ademar, actual jugador del Reyno de Navarra San Antonio, el avilesino Fran González, desde el Valladolid, y actual jugador de Barakaldo, o Zoran Cikusa. El equipo logró un meritorio sexto puesto en su primer año en la categoría. La temporada siguiente se rozó por primera vez el ascenso. Se elevó levemente la inversión en el equipo, y a la marcha de Víctor para la Liga Asobal, el equipo se sobrepuso con la incorporación ya definitiva de un jovencísimo Carlos Ruesga desde la base, y de varios jugadores que estaban en la Primera División o sin equipo y que el paso por el Grupo les revalorizó sobremanera, como Dani Benaches, Chema Cid, Celso Álvarez o Marcos, y de Goran Bilbja. Cuando apenas quedaba tiempo para el comienzo de la competición, y tras el no fichaje de dos refuerzos más, Chechu Villaldea decide dejar el equipo, llegando de urgencia al equipo Falo Méndez, ayudante de Antonio Oliva en el glorioso ascenso. Tras la cuarta derrota consecutiva en la cuarta jornada, es cesado Falo Méndez, dando paso de nuevo, a Manolo Díaz. El equipo logró una espectacular racha de victorias, con un juego espectacular, y tras ganar al líder, la Academia Octavio, con un golpe directo con el tiempo acabado que metía Fran González, ante un lleno absoluto en el Braulio García, estaba colocado a falta de tres jornadas, en un enfrentamiento directo en Ipurúa, a jugarse el ascenso a la Liga Asobal a cara de perro ante el histórico Arrate de Eibar. El Arrate estaba un punto por encima del Grupo. Recuerdo aquel partido en Eibar por su resultado, atípico empate a 17, por el autobús de aficionados desplazado y por mis lágrimas, seguras de que no volvería a vivir una oportunidad como esta de conseguir un ascenso a la máxima categoría. No hubo sorpresas, y los dos equipos que ascendieron fueron el Octavio y el Arrate.
La temporada siguiente fue la de la consagración del equipo. Durante todo el año el pabellón lleno, volvía el furor por el balonmano a Gijón. No hay peros en el juego que desplegaba aquel equipo. De nuevo con un presupuesto muy por debajo del resto, manteniendo el bloque de jugadores de casa y de inferior categoría del año anterior, con la incorporación de Jordi Fernández y de Israel Sánchez, el equipo se instaló en la parte alta de la tabla. Si bien, la derrota en Alcobendas parecía dejar al equipo ligeramente descolgado de la lucha por el ascenso a mitad de temporada, pero un fin de temporada espectacular con victorias en Algeciras y Torrevieja, ante auténticos equipazos, llevó al equipo a depender de sí mismo en la última jornada. No hay nada que decir del partido de Alicante. Derrota y de nuevo las lágrimas por la oportunidad perdida. ¿La segunda y última?
Un año después, aún con Manolo al mando, el equipo se descolgó pronto de la lucha por el ascenso, pese a la victoria en Algeciras, a la postre ascendido, y aunque finalizó en la parte alta, y estuvo todo el año ahí, las dos plazas por conseguir el ascenso, tomaron nombres muy pronto. Fue el fin de un ciclo. Un ciclo histórico. En los que se estuvo a punto de ascender a la máxima categoría del balonmano español, quien sabe si la mejor liga del mundo, pero en los que, sobre todo, se daba auténtico espectáculo en la pista fin de semana tras fin de semana. No hay nadie que no se rinda ante el balonmano de aquellos equipos de Manolo, no hay nada más que salir fuera de nuestra región para escuchar halago tras halago.
Los tres años posteriores, con presupuestos iguales o superiores, dos entrenados por Juan Muñiz, y uno más comenzado por Mino y terminado por Diego Lafuente, en los que el objetivo superior se vio abocado a luchar por evitar el descenso de categoría, algo que sucedía al término de la temporada 2007/2008 tras salir derrotados en Artaleku, Irún. Allí estaba yo una vez más con mi equipo, de nuevo las lágrimas, esta vez eran de más tristeza aún, de haber tocado la gloria con los dedos, para ver como ahora, había que volver a empezar.
La temporada pasada con José Antonio fue de transición, y qué menos que desear toda la suerte del mundo a Juan Moreno en la presente y posteriores. Yo seguiré en el Helvetia Anaitasuna un año más, con un corazón grupista, y tras perder un ascenso a Asobal por tercera vez, esta vez en el Play Off, trataré que a la cuarta vaya la vencida, por mí y por todos vosotros, mis compañeros. Siento no estar con vosotros en los actos del cincuentenario. Muchas Felicidades, y gracias a todos, porque soy quien soy, gracias al Grupo, al Balonmano, y a todos los que habéis sido partícipes de esto.
Vicente Cotrina Cabal, Ike

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