jueves, 6 de agosto de 2009



RECUERDOS DE UNA ETAPA DORADA.


Han pasado ya más de cuarenta años, de una lejana primavera de 1.967, cuando entré a formar parte de aquella Junta Directiva, presidida por Jesús Revuelta, que trataba de insuflar aire nuevo a un Grupo, a un "viejo Grupo", que estaba un tanto adormecido, en aquellas entrañables instalaciones de la calle del Molino.

Con un ilusionante proyecto del futuro "Grupo 2000", comenzamos a trabajar con todas nuestras fuerzas y a mi, como Delegado deportivo, una de mis ideas más claras, era la de tratar de ir recuperando secciones que habían ido desapareciendo y la de crear otras nuevas. Necesitábamos dos cosas. Espacio y dinero. Para lo primero, comenzó la busqueda de nuevos terrenos, con el proyecto ya calculado de la venta de las viejas instalaciones y para lo segundo, con las campañas de captación de socios.

Una de las secciones que teniamos interés en recuperar, era la de balonmano, para lo cual, a través de un amigo, me habló de un técnico joven, que entrenaba en el Colegio de la Inmaculada. Su nombre, Antonio Garcia Oliva. Nos pusimos en contacto y yo, llevaba unos folios con mis pretensiones, comenzando desde abajo. Afortunadamente, cuando Oliva me fué desgranando su proyecto, vimos que estábamos de acuerdo en la idea principal. Y de esta forma, se puso al frente del nuevo proyecto de balonmano del Grupo Covadonga.

Los años fueron pasando y los éxitos se sucedieron. Y aquel equipo que comenzó en categoría regional, unos años más tarde, en la temporada 1975/1976, lograba el ascenso a la División de Honor, que no había conseguido hasta entonces ningún equipo asturiano. Pero no fué nada fácil, sino todo lo contrario.

En la eliminatoria para lograr el ascenso. nos tocó el potente equipo catalán Roca-Gavá, a doble partido, siendo el primero en Gijón. En aquellos años, los llenazos en el pabellón grupista eran habituales, con una afición enorme. El balonmano, se había convertido en el deporte de moda en el Grupo. Hubo entonces una petición de compensación económica por parte del equipo, teniendo en cuenta que los desplazamientos eran lejanos y los entrenamientos cada vez exigían más tiempo. Diálogos, reuniones, conversaciones y al final la Junta Directiva no pudo aceptar los planteamientos. Ello trajo como consecuencia la dimisión de Oliva, la misma semana del partido y como el entonces Presidente grupista, Carlos Prieto, estaba enfermo en cama, me tocó a mi, como Vice-Presidente, estar en medio de la polémica y ser el blanco de muchos ataques.

El 4 de Mayo de 1976, en el pabellón del Grupo, con un ambiente cargadísimo, en un extraordinario partido, se ganó por 28-20. El encuentro fué de una emoción inigualable y los jugadores se dejaron la piel en la cancha. Finalizado el encuentro, una enorme ovación despidió a los jugadores y técnico. con una pita de despedida a la menguada representación de la Junta Directiva, que estaba en el palco, que aguantaron estoicamente aquel abucheo. Al domingo siguiente, en Gavá, nueva victoria por 20-19, que colocaba al equipo grupista en la División de Honor.

Para celebrar el ascenso, el equipo organizó una cena, a la que tuvieron la deferencia de invitarme, a pesar de las tensas relaciones que habíamos mantenido y que agradecí de veras.

De aquellos partidos con el Gavá, hay algunas anécdotas, que ahora vienen en el recuerdo. Por ejemplo los cuatro penaltys que paró Juan de Dios en el partido de vuelta, así como el fallecido Presidente de la Federación Asturiana, Juan Arribas, de cronista de radio. A la vuelta del segundo partido, con el ascenso logrado, se trasladaron numerosos aficionados para recibirlos en el aeropuerto, pero el avión no salió y no pudieron festejarlo aquel día.

El equipo tenía un plantel extraordinario y me vienen a la memoria Juan de Dios, Ricardo, Baudilio, Vicente Moral, Paraja, Alfonso, Meana, Armesto, Viña, Herrerín, Suso, Isaias, etc. y el capitán Mariano de la Puente, con Falo Méndez como segundo entrenador.
Aunque nuestra Junta Directiva finalizó su gestión con aquella alegría y tristeza a la vez, aquellos incidentes no hicieron mella en la amistad que mantenía con los miembros del equipo, tanto jugadores, como técnicos y concretamente con el entrenador Antonio Oliva, aquellas discusiones que mantuvimos entonces, no enturbiaron en absoluto nuestra relación, más bien al contrario, que se fué acrecentando con el paso de los años. Es una de las grandes lecciones que nos da el mundo del deporte y que no debemos olvidar.

Como última anécdota, quiero recordar, que el sueldo que entonces se pagaba a nuestros mejores técnicos, era de 500 Pts. mensuales, es decir, tres euros de los de ahora. !Que tiempos aquellos!.

Agustín Antuña

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